El conflicto interno de la izquierda latinoamericana: “No al progresismo de Lula Da Silva” (Parte II)
Desacreditar a Luiz Inácio Lula da Silva como progresista auténtico, es la ruta escogida por Daniel Ortega para enfrentar toda crítica al fraude electoral en Venezuela. Esta batalla evidencia el conflicto interno de la izquierda latinoamericana, la cual se bate entre ella a causa del reconocimiento o no, que se produzca en torno a Nicolás Maduro.
Los progresistas moderados con Lula Da Silva a la cabeza, por un lado, contra los regímenes autoritarios representados por Ortega y Maduro, por el otro. Las elecciones presidenciales venezolanas al centro, como eje de medición.
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El “brutal” Lula
Es así como el brasileño Lula Da Silva pasó de líder fundamental de la izquierda latinoamericana a “cobarde” y “brutal”, de acuerdo al dictador de Nicaragua, Daniel Ortega. No apoyar el fraude electoral de Maduro, le valió los insultos del centroamericano, otrora miembro del mismo clan.
Ortega intenta deslegitimar a quienes dentro de la izquierda optan por una postura más crítica y moderada respecto a los regímenes autoritarios. Su bandera es ahora la defensa de la soberanía y dignidad de regímenes como el que él encabeza y desde el cual dispara a matar a todo aquel que lo cuestiona.
El dictador centroamericano utiliza la narrativa del respeto a la “dignidad” nacional para justificar su apoyo incondicional a Maduro y sugiere que reconocer la victoria de este es una cuestión de respeto a la soberanía y de resistencia a la influencia imperialista de Estados Unidos y Europa. En su visión, cualquier cuestionamiento a los resultados oficiales es visto como una forma de sumisión a potencias extranjeras.
La pureza revolucionaria de Ortega y Maduro
Daniel Ortega se presenta a sí mismo, a su régimen y al de Nicolás Maduro, como los verdaderos defensores y bastiones de la revolución y el progreso social en Latinoamérica. El autoritarismo y la pureza revolucionaria contra el progresismo moderado inaceptable para los dictadores de Nicaragua y Venezuela.
Un progresismo moderado que representan Lula Da Silva y otros líderes de la izquierda que no apoyan a Maduro. Tal falta de apoyo los convierte en vendidos al imperialismo y en traidores de la causa revolucionaria. Este contraste busca posicionar a Ortega y Maduro como los únicos guardianes de una izquierda pura y verdadera.
De allí que igualmente se procure desacreditar al brasileño con los casos de corrupción ocurridos en sus gestiones, caso Lava Jato, por ejemplo. Socavar la credibilidad moral de Lula y presentarlo como un líder corrupto e hipócrita que no tiene la autoridad moral para cuestionar la legitimidad del gobierno de Maduro, es la estrategia escogida por Ortega para lograr este cometido.
Duelo de izquierdas
La división entre estos dos sectores de la izquierda se centra en su visión de la democracia, la soberanía, y el papel del Estado en la sociedad. La izquierda progresista ve en Edmundo González Urrutia una oportunidad para democratizar y modernizar el proyecto socialista venezolano, mientras que la izquierda radical apoya a Nicolás Maduro como un baluarte de resistencia contra el imperialismo y como garante de la continuidad revolucionaria.
Así, la izquierda progresista:
Democracia y Derechos Humanos
Quienes apoyan la victoria de Edmundo González Urrutia representan a la izquierda progresista que tiene la defensa de la democracia, los derechos humanos y las libertades civiles, como bandera.
La izquierda progresista es posible que vea a González Urrutia como una figura que representa un cambio hacia un gobierno más transparente y democrático en Venezuela. Para ellos, es crucial que el país recupere la institucionalidad democrática, incluso si esto significa hacer concesiones o cambiar el rumbo del chavismo original.
Renovación y reformismo
Este grupo podría estar buscando una renovación dentro del chavismo o incluso una ruptura con las políticas más autoritarias y represivas del régimen de Nicolás Maduro. Apoyar a Edmundo González puede verse como una oportunidad para reformar el sistema desde adentro, promoviendo políticas sociales progresistas sin el autoritarismo que ha caracterizado a Maduro.
Apoyo internacional
La izquierda progresista también podría estar considerando el apoyo internacional, puesto que un gobierno encabezado por González Urrutia podría tener más facilidad para normalizar relaciones con países occidentales y organismos internacionales, desbloqueando ayudas y acuerdos económicos necesarios para la recuperación de Venezuela.
La izquierda radical, entretanto:
Antiimperialismo y resistencia
La izquierda radical en América Latina, representada por figuras como Daniel Ortega, tiende a ver en Nicolás Maduro un símbolo de resistencia contra lo que perciben como el imperialismo estadounidense y europeo. Apoyarlo es, por tanto, un acto de desafío a la injerencia extranjera y un respaldo a un modelo de socialismo bolivariano que se opone frontalmente a las políticas neoliberales.
Continuidad revolucionaria
Para la izquierda radical, Maduro es el heredero legítimo del proyecto revolucionario iniciado por Hugo Chávez. Consideran que cambiar de liderazgo ahora, en favor de alguien como González Urrutia, sería una traición a los principios de la revolución y una concesión al capitalismo global. Este grupo ve en Maduro la continuidad de una lucha histórica contra la explotación y la dominación extranjera.
Control del Estado
Maduro representa un modelo de gobernanza en el que el Estado mantiene un control fuerte sobre la economía y la sociedad, lo que la izquierda radical considera necesario para proteger los logros sociales alcanzados. Creen que, bajo su liderazgo, aunque criticado por muchos, se mantiene la soberanía nacional y se evita la vuelta a un modelo capitalista que desmantelaría las reformas sociales implementadas en los últimos años.
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