Tren de Aragua: cuando el crimen organizado crece y se extiende colado entre la diáspora (segunda parte)
El crecimiento y la expansión del Tren de Aragua por todo el continente obedece en gran medida al fenómeno de la migración venezolana, especialmente la que se produce de manera irregular. Un éxodo masivo sin precedentes en el hemisferio que dio origen a la conformación de comunidades de venezolanos en los países de la región.
Así lo revela el informe “Tren de Aragua. El caso de Chile y repercusiones regionales: expansión, estructura y metodologías”, elaborado por Pablo Zeballos y Douglas Farah, expertos en temas de seguridad, crimen organizado y economías ilícitas.
Se trata de más de 7,9 millones de venezolanos —según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU— que, entre 2014 y 2018, huyeron de la crisis generada por la instauración del régimen chavista. Un desplazamiento masivo que desbordó las fronteras del continente —formales e informales— con países sin la capacidad para gestionar tal flujo migratorio.
La pandemia del COVID con la consiguiente disminución de vigilancia fronteriza en América Latina, se sumó a las circunstancias que facilitaron el desplazamiento.
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La diáspora como caldo de cultivo del Tren de Aragua
En la diáspora venezolana logró colarse el Tren de Aragua
La estrategia de expansión del Tren de Aragua, como ya señalamos en anterior entrega, a través de células violentas en el seno de las comunidades en diáspora con poco y nulo acceso a la justicia o a medios de seguridad en razón de su condición migratoria irregular, les ha resultado efectiva para extender sus tentáculos con el continente.
Se trata, pues, de un modelo innovador que forma parte de la cuarta ola del crimen organizado transnacional que se extiende por Latinoamérica. La razón de esto es la transformación de los patrones de consumo de cocaína fuera de occidente, así como la proliferación de drogas sintéticas y el crecimiento de estructuras delictivas transnacionales extrarregionales, que procuran socios locales para expandirse de forma poco visible.
La actividad delictiva se convierte en la alternativa de parte de la diáspora —especialmente los jóvenes varones— para la independencia económica y para protegerse de pandillas y la policía de los países de acogida. “Esto ha generado una contracultura en expansión, donde la pertenencia al grupo se percibe como una marca poderosa de asociatividad basada en la marginalidad. En muchos casos la estructura criminal ya no necesita reclutar integrantes”, expresa el estudio de Douglas Farah y Pablo Zeballos.
La cárcel como punto de nacimiento
El estudio de Farah y Zeballos hace referencia al hecho de que, aunque el modelo de franquicia del Tren de Aragua es innovador, coincide con otros grupos criminales, tales como la MS-13 (Mara Salvatrucha) en el Triángulo Norte de Centroamérica y al Primeiro Comando da Capital (PCC) en Brasil, en sus condiciones de surgimiento: cárceles inhumanas y degradantes.
Pero a diferencia de MS-13 y PCC, el Tren de Aragua no se arraigó a su comunidad de origen. Y aunque las dos primeras tengan actividad trasnacional, difieren del TdA en que este se expandió “como resultado de factores externos, como las migraciones masivas generadas por una crisis humanitaria, expulsiones de población criminalizada, la retracción del Estado o la debilidad institucional en los países receptores”.
Indica la investigación que tales condiciones facilitaron el traslado y adaptación del TdA a contextos distintos de su lugar de origen donde se asentaron y evolucionaron en nuevos entornos criminales. Es decir, la organización criminal venezolana está en capacidad de expandirse más allá de una estrategia puntual, sino que desarrolló un modelo de inserción en territorios distantes.
El Tren de Aragua es un desafío para la seguridad regional donde se trata de contener su avance y accionar que opera, incluso dentro de la cárcel, donde identifican rápidamente las vulnerabilidades del sistema penitenciario para utilizarlas a su favor.
Vea en Sin Filtros “Foro: Venezuela, líder del crimen transnacional”:
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